Otra vez desperté con la misma pregunta, como casi todos los días del 2018, o la mayoría de ellos: “¿Cómo voy a lograr mis objetivos?”. Después de aproximadamente 10 segundos, extendí mi brazo para alcanzar el celu que estaba en el buró, al lado de la cama y comencé con la terrible manía del scroll; primero en insta, luego twitter y al final en facebook porque… pues porque facebook.
Pensé: “¡Qué ritual tan deprimente para comenzar el año!”. Entonces escapé de las cobijas, bajé a la cocina, encendí el radio, preparé té, cocí un huevo, freí espárragos y metí dos rebanadas de pan de centeno con arándanos al tostador. Para cuando me senté con el desayuno en la mesa, ya tenía el estómago revuelto provocado por la noticia de una pequeña de 9 años de edad, violada y asesinada brutalmente en el Estado de México. ¿Cómo puedo pasar por alto las imágenes en mi cabeza y lo que estoy sintiendo, y aún así alimentarme?… Y peor aún, ¿cómo escribir de bienestar y motivación?, así, aplastada por la decepción social, sintiéndome desolada y profundamente triste.
La mente es tan astuta, que enseguida activa mecanismos para no sentir; sin darme cuenta, ya tenía nuevamente el pulgar en teléfono, viendo las historias de mis amigos. Así le hacemos, le bajamos el volumen, dejamos en visto, evitamos la confrontación con esa parte de la realidad que nos obliga a tocar nuestra propia vulnerabilidad.
Envuelta en una cobija sujetada con la mano derecha y el libro en turno, con la izquierda; salí al patio buscando un rayo de sol que me diera consuelo y un poco de inspiración.
Comencé a leer y en eso perdí la noción del tiempo. Mientras leía, tuve la necesidad de meter el separador de libros entre las hojas donde estaba escrito el siguiente cuento:
Este cuento es de una olita que va saltando por el mar y lo pasa muy bien. Disfruta del viento y del aire libre, hasta que ve que las demás olas que tiene delante rompen contra la costa. ”Dios mío, esto es terrible —dice la ola— ¡Mira lo que me va a pasar!”
Tal vez el calor del sol y la historia de la olita, me ayudaron a sentir un poco de alivio y algo se me acomodó. Y es que yo también le tengo miedo al destino de romperme.
Un mensaje de whats app me sacó de la reflexión; era otra vez mi mamá, mandándome imágenes de Charlie Brown. Ella sabe que son mis favoritas, cada vez que recibe una, enseguida me la reenvía. (Mi mamá me mima y yo mimo a mi mamá).
La imagen tenía un mensaje súper poderoso, o por lo menos así lo creí en ese momento:
Fue inevitable sonreír… también fue inevitable evadir mis responsabilidades como hija menor y dejarme consentir por mis hermanos y mis papás, con quienes había jurado y escupido pasar el primer día del año nuevo.
Así termino este post, aún ignorando las respuestas a ¿cómo voy a lograr mis objetivos?, ¿cómo voy a motivar a otras personas?, ¿cómo voy a colaborar para resanar los daños de una sociedad un poco podrida y muy rota?, ¿cómo despertar con la energía recargada y sintiéndome vigorosa?… ¿cómo?… ¿cómo?
…se aceptan sugerencias.
… o sea, yo.
Llevaba varias semanas queriendo compartir contigo, querido lector de esta revista, lo que a continuación escribí.
Como ya sabes (creo), soy coordinadora de vestuario, especialista en moda, asesora de imagen y además tengo diabetes tipo 1; y así como mantengo una constante capacitación de salud para compartir información valiosa contigo por este medio, también me doy a la tarea constante de actualizarme en moda e imagen; de tal suerte que un día, navegando en la red, me encontré con un articulo que decía más o menos así: “ 5 secretos de belleza de las francesas”… o algo por el estilo. Así que decidí refutar dicho post y hacer mi propia versión.
5 trucos de belleza que he descubierto a través de los años por mi condición y mi profesión, y puedo jurar y escupir, que no son exclusivos de mi género, por lo que puedo presumir que más bien, son propios de mi país. ¡Viva México!
En efecto, el estilo y clase de las francesas es un destino al que tod@s queremos llegar, pero sé de un@ que otr@ francés(a) que prefiere el encanto y sensualidad de l@s mexican@s.
Aquí mis conclusiones:
- Aunque algunas veces, nos sobre maquillaje, nunca nos faltan ganas de bailar.
- Nos bañamos para oler bien rico y mantener nuestra piel hidratada, lo hacemos diario mientras cantamos, y también la regadera con la llave cerrada, se puede convertir en pista de baile.
- Tal vez nosotr@s no tomemos vino en la comida diario, pero en nuestras mesas jamás falta el chile, maíz y frijol, en cualquier presentación, lo que nos regala una dieta rica en súper poderes; está estudiado que aquellas personas que basan su dieta en el consumo de chile no se enferman con tanta facilidad por causas de bacterias, que el maíz no contiene gluten, lo que significa que el estómago absorbe mejor los nutrientes, y el frijol es sumamente rico en hierro, proteínas y antioxidantes, lo que en conjunto o por separado, comer estos tres alimentos nos hacen más felices, al menos a mi me pone contenta, como con ganas de bailar.
- Nos reímos de las desgracias, y ya sabes que con la risa lo que pasa es que trae muchos beneficios que se relacionan directamente con la salud, y mientras escribo esto mi pie baila porque mientras lo hago, escucho musiquita y pues me dan ganas de bailar.
- Cualquier momento es bueno para bailar, no importa cómo, dónde, ni la hora del día.
Qué cansado debe ser buscar la originalidad todo el tiempo, en primera porque es imposible y en segunda porque (me quedo varios minutos manteniendo una conversación interna)…
Sin irme más lejos, Nelly Flor, o sea su servidora, quien no escribiría y tendría este blog, sin la inspiración de Leandra Medine, realmente no miento cuando digo que quiero ser la versión chafa de alguien más, porque mi gurú es tan lo más, que me conformo con lograr ser su copia no tan fiel. Mi psicóloga me diría que si lo que admiro de ella (Leandra) no existiera ya en mi, no estaría en mi marco de referencia, por lo tanto no la admiraría. Este es un planteamiento existencial y filosófico, como lo es el del huevo y la gallina. Es pregunta.