Fotografía: Juan Pablo Carrillo

Decía mi maestro de Mercadotecnia y Publicidad en Casa de Francia, que cuando un cliente se acerca al vendedor para preguntar por algún producto, la venta está a un pelito de ser segura. Cuando veo el número de interacciones en mi blog, pienso en eso, y pienso que muy probablemente, también visites otros sitios donde te den ideas y/o respuestas para vestirte mejor. Lo que estoy a punto de decir, probablemente sea el consejo más sensato y más grande que tengo para ti: Vístete, sobretodo, por diversión.

La ropa solamente podría ser ropa si la ves de manera obvia y objetiva; sin embargo cada prenda existe por la intención que tuvo alguien más. Generalmente ese alguien es un plural, como diseñadores, fabricantes de telas, patronistas, costureros, artesanos, distribuidores, vendedores, la increíble persona que te ayuda a planchar y a lavar, etcétera… que a la vez, pertenecen a un país con un entorno social y cultural; y a un contexto histórico y económico.  Todo este choro mareador, me lleva a la conciencia de que TODO, y eso incluye a un simple harapo, tiene una intensión, aunque no siempre es la evidente. A veces, te dejas ir con la finta, y contrario a lo que muchos podrían pensar, sobretodo en mi Mexiquito (lo digo con cariño), es que tanto hombres y mujeres, nos vestimos de tal o cual forma porque “algo quiere”… y sí, pero no siempre es necesariamente un anzuelo de atracción sensual, sino que a veces, en mi caso y estoy segura que en el tuyo también, lo hago con el fin de disfrutar de eso que tanto me divierte llamado vestirse.

  

Recuerdo que cuando comencé a desarrollarme a la corta edad de 12 años, iría en el primer año de secundaría, como en téeeeepico colegio de monjas, lo que menos se nos permitía era vestirnos bonito por diversión, pues no era voleibol ooo tocar guitarra, eso sí era socialmente aceptado por el comité de sana diversión, pero que la niña de curvas ligeramente pronunciadas usara blusas halter de colores o texturas padres; o shorts pegaditos de lunares, cuadros y rayas, eso no era bien visto.
Fue hasta que entré a la universidad que me atreví a buscar a esa mujer niña mi niña mujer que quería ser. Entonces comencé a experimentar, y eso me obligó a aguantar la crítica no constructiva de muchas personas, pero también la aceptación de otras; y fue en ese experimentar que me advertí divirtiéndome y disfrutando de vestirme rarito (no tanto). También me hice consciente de que a la mayoría de las personas eso de vestirse distinto, les parece valiente y tal vez de una manera sutil, los invitaba a hacer lo mismo; finalmente, ese fue entonces mi objetivo como diseñadora, y es, como vestuarista y coordinadora de imagen, hoy en día.
Quiero que sepas que todo lo que vistes (del verbo vestir) es una herramienta de comunicación no verbal con un abanico de significados que puedes reinterpretar según tu manera de arreglarte, para ser o parecer la persona que quieres ser.

Chaleco de mezclilla: Rapsodia.
Blusa térmica blanca: Genérica intercambiable.
Falda de seda menta con tul y fondo floreado: Nelly Flor.
Botas Mary Poppins menta también: Goodbye folk.
Guantes de algodón tejidos: Algún lugar de Milán.
Bolsa para cocktail: Av. 20 de nov, Centro.


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