Tal vez este post lo debí publicar antes del buen fin, pero creo que en este caso aplica el “nunca es tarde”, y es que todo el choro que estoy apunto de desarrollar y que sin mucha premeditación te comparto, surgió en mi cabeza el domingo por la tarde, cuando bae me invitó a cenar y tuvimos a bien pasar por Parque Delta en busca de alguna buena idea para cenar rico y pasarla bien, y por el contrario, sucedió que nos topamos un infinito mar de gente; eso, todo ese lugar, rebasaba el cupo límite, era como ir nadando en contra de la corriente del Niágara, y sinceramente no creo que el buen fin sea para tanto.
Por este motivo y porque he sido testigo de lo que algunas personas hacen cuando llega esta temporada de compras compras y más compras, con pretextos más que motivos como el buen fin, black friday, thanksgiving, navidad, reyes, etcétera, he decidido formular tres preguntas que podrían ayudarme a mi, a ti y a todos tus, y mis amigos, para no caer en la tentación, líbrame del mal y no comprar por comprar, amén.
- ¿Al comprar este producto estoy colaborando principalmente con la economía de mi país o le estoy engordando la cartera a cualquier otro? Sé que dirás, “ay, en una economía global como la de ahora, es imposible pensar en nacionalismos”, y yo era de ese club hasta hace dos semanas, que de verdad, juro y escupo que la única manera en la que le vamos a poder dar la vuelta a lo que viene con el país vecino, es empezando a preferir lo hecho en México con amor. En fin, si la respuesta es sí, entonces pasa a la pregunta número 2.
- ¿Realmente este producto será parte aguas en mi vida, es decir, habrá un antes y un después de él? Si la respuesta es un absoluto sí porque me hará la vida más bonita, más feliz y más fácil, ocupará un lugar especial y no me estorbará, entonces pasa a la siguiente pregunta.
- ¿Tengo que obtenerlo ahora mismo, o puedo esperar a encontrarlo en otro lado o en otro momento un poco más barato? Por ahí de enero las rebajas sí llegan, y sinceramente pienso que cuando le pones pausa a algo que se te cuecen las habas y te quemas por comprar, de alguna manera lo pones en la balanza y mides el nivel de Deseo vs. Importancia.
Sé bien que si mis papás leen esto, soltarán una irónica carcajada, porque solía ser la reina del despilfarre, pero ¡ey!… he madurado.