Tuve la dicha de ser una niña libre en muchos sentidos. Cito tres importantes:
Mis padres me obligaban a comer todo lo que nunca antes había probado aún en contra de mi voluntad, y contrario a lo tremendo que eso suena, realmente me formaron en libertad porque hoy, ese simple y sencillo acto, me permite elegir libremente lo que me gusta y lo que no… por lo consiguiente, no soy nada «piqui» a la hora de comer.
Mi papá, siempre, sin falla, ante cualquier duda, pregunta, comentario o cuestión, por pequeñita que fuera, me mandaba a la enciclopedia a resolverla, y eso era un cuento de nunca acabar, porque, en las enciclopedias ocupan términos muy elevados para una niña, entonces de una duda, derivaban siete más (sólo por decir un número).
Mi mamá, siempre me dejó elegir mis atuendos por muy «fachitas» que pudiera verme o descoordinada o loquilla; y aquí me extiendo para escribir este post.
Es tan cierto eso que dicen por ahí acerca de que los adultos creativos son aquellos que permitieron que su niño interior sobreviviera a través de los años.
Definitivamente, no soy la más creativa, por lo menos no me siento, pero le echo ganas. Y ser creativo no sólo tiene que ver con habilidades intelectuales ni de destreza, sino en las decisiones diarias de la cotidianeidad. Acá viene el listículo
¡Cómo rescatar al niño genio y creativo que alguna vez fuiste!
Escucha todo tipo de música. No te limites al pop, que nadie niega que es chido, pero repásate a los grandes como a Bach, Shubert, Tchaikovsky, Wagner, Bethoven y Stravinsky; elige tres o cuatro bandas británicas de ayer y hoy; y pues también abre tus horizontes a bandas locales como Dandy Overdose, Comisario Pantera, Los Románticos de Zacatecas… por mencionar a algunos.
Prueba todo tipo de comida, sin escarbarla y discriminarla. Regálale la oportunidad a tus papilas gustativas de explorar nuevos sabores.
Dibuja y lee. Por horrible que dibujes y por mucho que odies la lectura. Esfuérzate en hacerlo, como en plan “rutina de ejercicio”, hasta lograr una condición, de manera que se te haga costumbrita sacar a pasear todos los días a tu imaginación.
Viaja. Ya no te digo a Asia o a África (aunque sería lo ideal)… viaja en tu ciudad; elige nuevas rutas a tus destinos cotidianos. Vuélvete curioso, sin caer en alguien freak super freak que parezca que acosa a las personas; pero despierta tu capacidad de asombro, muestra interés en las personas conocidas y desconocidas, en sus calles y en sus casas; en su historia.
Vístete distinto. Deja de esforzarte demasiado en verte perfecto todo el tiempo. Deja de combinar tu ropa y empieza a divertirte con ella. Se vale usar colores, texturas y estampados. Rompe las reglas y sé verdaderamente feliz.
Bueno, eso digo yo… ¿tú qué dices?