He comenzado a toparme con campañas de publicidad que empiezan a desprestigiar los productos azucarados, pero reitero, éste es sólo el comienzo, y es que es urgente que reinventemos la manera en la que consumimos azúcar.

Cuando era pequeña, recuerdo que las golosinas y los dulces escaseaban muchísimo en mi casa, por lo tanto nunca he sido muy fan, pero hay 3 postres que me hacían muy feliz y que hoy ya no extraño, pero los recuerdo con mucho cariño.


Manzanas caramelizadas. ¡Qué nostalgia! Tengo muy presente los domingos en los que mi abuela y su hermana, nos llevaban a mis primas y a mí a cierto almacén con nombre de puerto inglés sobre avenida Insurgentes, donde además, había un carrusel. Era como Disney para nosotras porque para donde voltearas había suculentos manjares de caramelo; pero lo que recuerdo con más cariño, eran justamente las manzanas caramelizadas. Hoy en día, he logrado engañar a mi cerebro adaptándome a mi condición, y entonces, compro las manzanas verdes más grandes y más bonitas que me encuentre, y las baño de “chilin picosito”.

Ate con queso. ¡Mi favorito por siempre! Durante mi infancia y adolescencia, mi papá tenía un hermoso restaurante en el centro histórico, y habían días que comíamos ahí todos reunidos en familia, de manera que mi papá no se perdía de nuestras historias de grandes aventuras escolares. Siempre intentaba que hubiera en la cocina aquellos platillos que más nos gustaban a mis hermanos, a mi mamá y a mí. El mío siempre, invariablemente era “ate con queso gratinado con crema”. Ahora lo remastericé, es más bien rollo de queso relleno de mermelada (siempre varia entre, moras, moras salvajes, frambuesa, frutos rojos o higo) sin azúcar y crema light. (Sólo de escribirlo se me antojó).

Flotante de vainilla. También habían domingos, en los que después de comer en casa de los abuelos, mis papás nos llevaban a mis hermanos y a mí a una nevería en la colonia Condesa, en la calle de Mazatlán, a comer helados. Aunque las bolitas de tutifruti, de cereza, de mamey, de menta y chocolate me fascinaban, nada se comparaban con un flotante de vainilla. Hoy, todavía no cuentan con helados lights, y entonces tengo que revivir la experiencia en mi casa, con el helado de vainilla light y el refresco zero que me compro en el súper.

Para mi y la satisfacción de mis antojos, funcionan bien. ¿Tú has adaptado algún postre a tu condición de vida actual?

Escanea el código