Esta vez voy a hablar de los mensajes subliminales (ya vi tu cara de ¿quaaaa?, ¿o sea cómo?, o sea, ¿no va a hablar de diabetes?… –Y sí, obvio sí). Todo eso que comunicamos sutilmente sin palabras y sin querer queriendo, que refleja nuestro nivel de felicidad.
Cuando eres feliz, te sientes pleno y conectado con el universo y se nota. No significa que todo te sale de maravilla pero sí que le das sentido a las cosas y que no cualquier lluvia de marzo te achicopala, aunque a veces también pasa y ahí vas por la vida mandando mensajes duales, emocionalmente hablando.
Sinceramente yo no considero que el mundo esté dividido en gordos y flacos, pero si en sanos y no tanto, y no tiene que ver con cuestiones de peso o de condición física, sino de actitud. Aquí es que comienzo a hablar de lo que me consta que genera en mí el deporte o cualquier actividad física que disfruto hacer.
Es domingo, son las 8 am (por lo general) mi vida se debate entre el amor de mi cama y liberarme de ella (como cuando liberan a Willy) para entregarme por completo a la prisa de llegar puntual a mi partido de tocho bandera. Podría jurar que a todos y cada uno de mis compadres de juego les pasa igual. Pero bueno, ahí vamos, a escupir el pulmón y darlo todo (literalmente damos TODO… Cuerpo, mente y alma) para a veces ganar y otras varias, perder. Podría jurar también que terminando cada partido, aún después de habernos insultado, gritado y cautelosamente tacleado, todos nos sentimos más vivos, enamorados, alegres, a veces decepcionados… pero ¡VIVOS!
Es real que necesitas una motivación para desarrollar un hábito. A mí me motivan, entre muchas otras cosas, todas las ventajas que encuentro como trabajar con tu voluntad, con tus demonios y pensamientos auto saboteadores, promover la sana competencia, generar trabajo en equipo y desarrollar un carácter ante diversas circunstancias, sean positivas o negativas; seguir a un líder o también serlo, pero sobretodo ver mi esfuerzo plasmado físicamente en mis estudios de hemoglobina glucosilada, y que a su vez están directamente relacionados con la hormona de la felicidad.