Creo que por fin, las muelas del juicio me dejaron de crecer, por lo consiguiente ya no hay dolor, y soy consciente de que, sin lugar a dudas, trajeron al Sr. Juicio a mi vida.
Aunque ser una mujer hecha y derecha ha aumentado mis responsabilidades, lo que muchos días ha significado sumarle estrés a mi angustia existencial y financiera, no puedo negar que al voltear la vista hacia el pasado, siento una especie de liberación y alivio en el pecho, y vienen a mi las sabias palabras de mi madre que me decía cuando regresaba de la escuela llorando, pues había tenido un mal día porque la miss Eleasar (¿quién les ponía esos nombres?) me había regañado otra vez sin motivos justificados; o cuando la miss Silvia me hizo sentir incómoda y pecadora por llevar halter sin mangas, como si los dos limones criollos que tenía por busto pudieran despertar el deseo sexual de los caballeros; o la vez que me salió un grano del tamaño de un cráter en Siberia y había quedado de verme con el chato que me gustaba (eso me sigue pasando); entonces ella me abrazaba muy fuerte y me decía, “un día te acordarás de esto, y te reirás”, otros días, no tenía ni el tiempo ni la paciencia para contenerme y sólo decía “llora cuando me muera”, y eso en este momento, me está partiendo de risa.
En fin, con los años y la edad, las cosas se ponen bonitas, y no lo digo sólo yo, también lo dicen mis amigas, quienes respondieron lo siguiente cuando les pregunté: “para ti, ¿qué es lo más padre de ser adulta?”.
“Dejar de preocuparme por las babosadas que a uno lo atormentan como adolescente jajajaja, eso, e irme liberando de expectativas, presiones y cosas que no te dejan ser como el qué dirán, o ser popular, o vestirte como los demás para pertenecer; en lugar de ser quien te da la gana o incluso por caerle bien a x o y. Como adulto he aprendido que me puedo reinventar cada día, a veces me quito el traje de “emperatriz” y me pongo el de “bufón” y es mucho más divertido”. Marisol Zimbrón, 36.
“He aprendido y sigo aprendiendo a vivir en conciencia, por lo tanto en estado de amor, y por lo consiguiente busco ser cada día más feliz con lo que tengo y lo que soy”. Marisa Muñiz, 34.
“Que el día que te casas, no te conviertes en adulta, sino cuando empiezas a tomar decisiones conscientes y te responsabilizas de las consecuencias. Me empodera sentirme adulta”. Alaíde Martínez Parente, 33.
“Sigo en proceso de definir lo que es ser adulta, pero definitivamente es darte cuenta que lo que antes te molestaba ha cambiado; ahora siento confianza en mí misma para tomar decisiones e ir encontrando mi propia forma de pensar, haciendo mis propios criterios. Ser adulto es saber quien eres realmente, amarte, cuidarte, confiar en ti”. Regina Murguia, 32.
“Lo más increíble es haber hecho mi sueño realidad: Tener una familia enorme conformada por mis mejores amigos”. Marion Gómez, 33.
“Lo mejor que me ha pasado es ser tía”. Daniela Prieto, 31. (¡A mí también!)
“Mil cosas, como tener a mi familia, conservar a mis amigos como hermanos, casarme con el amor de mi vida. Y algo que me encanta, es poder hacer mi sueño profesional realidad: Tener el trabajo que quiero y que amo hacer”. Mariana Correa, 31.
«¡Mi independencia!, poder vivir sin limitantes de nadie más que las mías. Valorar cada momento al máximo conscientemente. Y tambien darme cuenta que el miedo se enfrenta, no se evade». Jessica Rom, 31.
“Además de la independencia, creo que lo que más me gusta es saberme dueña de mi. Soy consciente de que cada experiencia me construye. Te vas haciendo “experta” en algo, quizá conocimientos, habilidades, actitudes que se fueron integrando a ti y que jamás imaginaste”. Martha Moreno, 32.
«Romper paradigmas, y aunque el SAT y los bancos me estresan un montón, en general la paso bomba, disfruto mucho la vida y sé que así será siempre que me lo proponga. Lo más bonito de mi adultéz ha sido poder ser mamá del niño más hermoso»…(realmente lo es). Karla Prieto, 33.
Aunque ser una mujer hecha y derecha ha aumentado mis responsabilidades, lo que muchos días ha significado sumarle estrés a mi angustia existencial y financiera, no puedo negar que al voltear la vista hacia el pasado, siento una especie de liberación y alivio en el pecho, y vienen a mi las sabias palabras de mi madre que me decía cuando regresaba de la escuela llorando, pues había tenido un mal día porque la miss Eleasar (¿quién les ponía esos nombres?) me había regañado otra vez sin motivos justificados; o cuando la miss Silvia me hizo sentir incómoda y pecadora por llevar halter sin mangas, como si los dos limones criollos que tenía por busto pudieran despertar el deseo sexual de los caballeros; o la vez que me salió un grano del tamaño de un cráter en Siberia y había quedado de verme con el chato que me gustaba (eso me sigue pasando); entonces ella me abrazaba muy fuerte y me decía, “un día te acordarás de esto, y te reirás”, otros días, no tenía ni el tiempo ni la paciencia para contenerme y sólo decía “llora cuando me muera”, y eso en este momento, me está partiendo de risa.
En fin, con los años y la edad, las cosas se ponen bonitas, y no lo digo sólo yo, también lo dicen mis amigas, quienes respondieron lo siguiente cuando les pregunté: “para ti, ¿qué es lo más padre de ser adulta?”.
“Dejar de preocuparme por las babosadas que a uno lo atormentan como adolescente jajajaja, eso, e irme liberando de expectativas, presiones y cosas que no te dejan ser como el qué dirán, o ser popular, o vestirte como los demás para pertenecer; en lugar de ser quien te da la gana o incluso por caerle bien a x o y. Como adulto he aprendido que me puedo reinventar cada día, a veces me quito el traje de “emperatriz” y me pongo el de “bufón” y es mucho más divertido”. Marisol Zimbrón, 36.
“He aprendido y sigo aprendiendo a vivir en conciencia, por lo tanto en estado de amor, y por lo consiguiente busco ser cada día más feliz con lo que tengo y lo que soy”. Marisa Muñiz, 34.
“Que el día que te casas, no te conviertes en adulta, sino cuando empiezas a tomar decisiones conscientes y te responsabilizas de las consecuencias. Me empodera sentirme adulta”. Alaíde Martínez Parente, 33.
“Sigo en proceso de definir lo que es ser adulta, pero definitivamente es darte cuenta que lo que antes te molestaba ha cambiado; ahora siento confianza en mí misma para tomar decisiones e ir encontrando mi propia forma de pensar, haciendo mis propios criterios. Ser adulto es saber quien eres realmente, amarte, cuidarte, confiar en ti”. Regina Murguia, 32.
“Lo más increíble es haber hecho mi sueño realidad: Tener una familia enorme conformada por mis mejores amigos”. Marion Gómez, 33.
“Lo mejor que me ha pasado es ser tía”. Daniela Prieto, 31. (¡A mí también!)
“Mil cosas, como tener a mi familia, conservar a mis amigos como hermanos, casarme con el amor de mi vida. Y algo que me encanta, es poder hacer mi sueño profesional realidad: Tener el trabajo que quiero y que amo hacer”. Mariana Correa, 31.
«¡Mi independencia!, poder vivir sin limitantes de nadie más que las mías. Valorar cada momento al máximo conscientemente. Y tambien darme cuenta que el miedo se enfrenta, no se evade». Jessica Rom, 31.
“Además de la independencia, creo que lo que más me gusta es saberme dueña de mi. Soy consciente de que cada experiencia me construye. Te vas haciendo “experta” en algo, quizá conocimientos, habilidades, actitudes que se fueron integrando a ti y que jamás imaginaste”. Martha Moreno, 32.
«Romper paradigmas, y aunque el SAT y los bancos me estresan un montón, en general la paso bomba, disfruto mucho la vida y sé que así será siempre que me lo proponga. Lo más bonito de mi adultéz ha sido poder ser mamá del niño más hermoso»…(realmente lo es). Karla Prieto, 33.