Este post no es precisamente mi receta de sopas, en realidad Celia Cruz tenía la boquita llena de razón cuando decía que “hay dos días en la vida”. El primero es cuando naces, creces, entras al colegio, haces amigos, estudias, aprendes a manejar, viajas, trabajas, compras un coche, te casas, te reproduces…
El segundo, es cuando te diagnostican con alguna condición, enfermedad o situación extraña y desconocida para ti, pero lo que sucede ese día es que vuelves a nacer y entonces el universo te sirve dos sopas:
Una es de azote… contra las paredes, enojo en contra de los dioses, el universo, la vida, tu familia, contigo; lloras, te guardas en la cama y dejas que los días pasen con indiferencia y resignación.
Y la otra es de azote también pero con jalón de aire, valor y coraje para buscar las respuestas del ¿para qué? en vez del ¿por qué a mi?, ¿por qué yo?, y comienzas a hacer las cosas que ahora te tocan hacer, y además, las haces muy bien.
Con la diabetes lo que me pasó a mi fue que necesariamente tuve que aprender a comer correctamente y ejercitar mi cuerpo diariamente por lo menos una hora, pero además a levantarme de la cama todos y cada uno de los días como si no hubiera un mañana; me dio un hambre voraz por vivir, por leer, conocer, reírme, jugar, viajar, amar… por lo consiguiente dejé de fumar, me alejé de personas tóxicas y comencé a dar gracias por lo bueno.
No hay una gomita mágica para borrar los errores verdaderamente grandes, pero siempre tienes dos opciones, y si te estas equivocando con el manejo de tu diabetes, es momento de comenzar a hacer las cosas distintas y correctas.