Primera Parte.


Hola, soy Nelly Flor. Desde que tengo memoria humana, mi papá se ha tomado muy en serio su papel de orientador y guía de vida, sobre todo a la hora de probar cosas nuevas, llámese comida y/o experiencias. Por eso, hoy en día alzo los brazos al cielo y agradezco al universo que puedo disfrutar de casi todo tipo de comida, y digo casi, porque definitivamente brochetas de víboras y cucarachas fritas chinas muy probablemente no, pero todo lo demás, sí. Lo que no significa en ningún momento que no me resista al cambio y que no me tiemblen las rodillas cuando se me presenta algo desconocido, como me pasó el día en que el endo me propuso colocarme la microinfusora de insulina. Mi reacción inmediata fue pelar los ojos y tragar saliva para darle una respuesta conciliadora de manera que no notara que me estaba poniendo pálida del terror, entonces le pregunté –“¿lo puedo pensar?”, él sonrío y me dijo –“¡Claro!”. De eso han pasado varios años y fue hasta hace poco (relativamente) que jalé aire para hacer todos y cada uno de los tramites necesarios para tener un páncreas mecatrónico y convertime entonces en un digno representante del gremio de los cyborgs.


¿Qué me hizo reaccionar? El motivo principal fue que el endo me había advertido de lo arriesgado que sería embarazarme con un descontrol de glucosa en sangre, y en ese momento yo estaba tan enamorada que obviamente empecé a hacer planes a futuro con mi pareja; pero sin duda, también me motivaba el profundo deseo de hacer las cosas cada vez mejor, por amor propio, por tener energía y muchas ganas de vivir mejor.
Sólo me agobiaba el hecho de que vendría conmigo a todos lados y no había manera de ocultarlo, pensaba que ya no podría usar ombligueras, ni leggings, ni vestidos muy entallados, porque qué oso que la gente lo viera, y qué flojera dar explicaciones todo el tiempo. Hasta que un día me desperté con la llamada de mi asesora de Medtronic para avisarme que ese mismo día recibiría en mi casa mi bomba de insulina , entonces ya era algo muy real; pensé, “¿qué diablos?, total, MI DULCE VIDA ya es pública, será un tema más del cual podré escribir (sonrío).


Segunda Parte.


El día que el endo me propuso colocarme la microinfusora de insulina, después de explicarme en qué consistía, comencé a fantasear cómo sería. Entonces llegué a mi casa a buscar en internet imágenes y toda la información al respecto, y en ese momento pensé: -“Sí la quiero, pero no ahorita” (soy de la media de la población del sí sí, pero no, mejor al ratito… creo que se llama miedo a lo desconocido).

¿En qué consiste una microinfusora de insulina?
(Se aproxima un repaso)


La microinfusora de insulina es un pequeño aparato, del tamaño y peso de un ipod, el cual no se implanta, más bien la insulina es administrada a través de una especie de mini catéter que se inserta por debajo de la piel y se cambia cada 2 ó 3 días, puede desconectarse fácilmente para bañarte, nadar o realizar cualquier actividad física que así lo requiera. Con solo oprimir un par de botones administra la cantidad de insulina que requieres. La terapia con la microinfusora o bomba de insulina está diseñada para personas insulinodependientes. Es el tratamiento que más se parece a la acción de un páncreas saludable, pues además de cubrir la necesidad de insulina durante las comidas, administran insulina las 24 horas del día, de acuerdo a un plan programado diseñado especialmente para ti, sustituyendo a la vez lo que normalmente utilizarías de insulina lenta, esto para mantener niveles de glucosa en sangre en el rango deseado entre las comidas y durante la noche.
La terapia con microinfusora de insulina, te da más libertad para comer lo que quieras, cuando quieras, saltarte una comida, dormir o hacer ejercicio sin temor a una baja de glucosa severísima.


Ese “ahorita no”, lo sostuve en mis pensamientos saboteadores a lo largo de 5 años aproximadamente, y hoy me río, porque sólo puedo pensar que me tardé demasiado. Mi páncreas mecatrónico resultó mucho más discreto que las jeringas. Cuento con los dedos de la mano, las veces que algún extraño me ha preguntado «¿qué es eso?». Además, me sigo vistiendo exactamente igual. He encontrado mil y un maneras prácticas de portarlo… en fin, mi páncreas mecatrónico y yo somos uno mismooooo.

Escanea el código